A partir del comienzo del receso escolar el Hospitalito Baggio pondrá en marcha su nuevo espacio de asesoría. Está pensado para los jóvenes y tiene como eje central la escucha amplia, desprejuiciada y confidencial.

“Si bien la educación sexual será importante, se brindará una respuesta integral a las necesidades de los adolescentes”, adelantaron.

El principal objetivo es comenzar a derribar las barreras simbólicas que los jóvenes encuentran en su intención de acceder al sistema de salud. Por eso, el Centro de Salud Juan Baggio pone en marcha un nuevo espacio de asesoría.

Con la Ley 26.061, de protección integral de las niñas, niños y adolescentes, como rectora, esta herramienta, a la que se podrá acceder mediante demanda espontánea, es decir sin turno previo, se pondrá en marcha a partir del receso escolar.

Al respecto, desde el nuevo servicio se presentó al mismo como de “escucha amplia, desprejuiciada y confidencial” y se destacó que “no se deberá pasar por la mesa de entrada, se podrá asistir, individualmente o en grupo, en cualquier momento”.

“Más allá que vamos a hacer hincapié en los métodos anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual, no va a ser el único eje, la intención es abarcar la integridad de la salud de los jóvenes. Trabajamos para crear un espacio de orientación, de escucha, donde los adolescentes puedan venir a hablar de problemas concretos, de salud u otros cotidianos, que son muy recurrentes, como el bullying, los trastornos alimenticios, las relaciones tóxicas o las adicciones, entre tantos otros”, expresó la obstétrica Cintia Pérez.
Romper barreras
Interpelar al adolescente no es tarea sencilla. Más aún cuando se lo hace desde una institución oficial. Por eso son muy importantes las estrategias que se desplieguen desde éstas para no ser meras receptoras de problemas, sino que, por el contrario, inviten y convoquen a quienes necesiten un ámbito de contención, de asesoría o escucha.

“Muchas veces las herramientas existen, pero el propio sistema de salud tiene prestablecidas barreras que el adolescente percibe, y entonces no llega. Las trabas administrativas, por ejemplo, o la edad, son algunas. Esto de que no son grandes para el clínico, pero ya son chicos para el pediatra, todas son barreras invisibles que el propio sistema tiene que advertir y trabajar en ofrecer una alternativa”, destacó Pérez.

“En muchos lugares, quienes los atienden no saben que existe una ley que garantiza que a partir de los 13 años pueden llegar y atenderse solos, y entonces les piden que vuelvan con un adulto. Esas son algunas de las barreras que este espacio busca derribar. Los chicos van a poder venir con cualquier tipo de problemática y el equipo va a ser muy cuidadoso en la escucha y, si es necesario, se los derivará a otro sector”, agregó la profesional.

Al mismo tiempo que remarcó: “estamos pensando en dar una respuesta integral al adolescente, es un proceso que recién empieza al que todos debemos abrazar, porque todo el sistema debe estar preparado para tratar con lo que trae el joven que es convocado”.
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