Este sábado Gualeguaychú marchará por tercera vez por el orgullo, la identidad auto respetada y el derecho a sentirse en libertad. La historia de las hacedoras de la lucha.

Dulce Valentina Aguilar comienza a despedir los 56 para recibir los 57 el próximo 15 de noviembre. Desde la adolescencia, cuando asumió su identidad, viene luchando por el reconocimiento de derechos y libertades. No fue fácil. Irse de su casa, buscar donde sobrevivir, salir a “trabajar la noche” y bancarse la dictadura.

De cara a la marcha del orgullo de este sábado Dulce le contó a R2820 que “encabecé la primera junto a otras compañeras y pienso encabezar este año. La marcha significa mucho, es presentarnos y mostrarnos como lo que somos realmente, una persona como cualquiera”. Consideró que la marcha local “es un paso muy adelante y seguiremos luchando por más derechos”.
Una nueva forma de vida
La marcha es resultado de un proceso que fue avanzando a lo largo de los años y que siguió la evolución nacional. Gualeguaychú se caracterizó siempre por tratar de romper el conservadurismo social.

Dulce Valentina revalorizó la lucha que le permite llegar a estos días con un trabajo formal por primera vez en su vida. “Yo me siento una sobreviviente y con un trabajo digno mi vida cambió al ciento por ciento. Hoy pienso de otra manera, tengo otra forma de vivir” narró desde una de las oficinas del Centro de Salud de Suburbio Sur.

“Empecé hace tres años trabajando para la cooperativa Transformando Caminos. Casi un año y pico estuve en Espacios Verdes, en el ex Frigorífico. Me quedaba muy lejos pero todos los días iba y volvía caminando, era más de una hora de viaje. Después me ofrecieron algo más cerca y me pusieron acá en el CAPS donde soy ordenanza”.

“Pase de la noche al día cuando empecé a trabajar. Primero estuvo la noche, después la cooperativa: Yo estuve en la calle desde los 17 hasta los 54 años. Viví la dictadura y la vuelta a la democracia ejerciendo la prostitución. Era muy duro porque dependes solo de vos, ahí no tenés un sueldo todos los meses. Tenés que salir sí o sí a trabajar para comer al otro día, pagar tus cuentas y sobrevivir. Se vive con lo justo y no pretendás mucho. Es así la noche”, sintetizó sin entrar en detalles aunque su rostro deja traslucir el sufrimiento de aquella época.

Luego ahonda un poco más: “en el invierno salía de 6 a 10 y en el verano capaz que salía de 9 a 12 de la noche. No hice mucha vida desordenada en ese sentido sino que fue más una rutina. En invierno tenía que pasar frío en una esquina. Por más que lloviese, tenías que trabajar porque, capaz, que mañana te volvías pintadita como te fuiste y sin hacer nada, sin un peso”.
Dulce Valentina recuerda que “teníamos que cuidarnos solas, no teníamos seguridad, nos molestaban, si pasaba algo teníamos que correr o tratar de evitar a la Policía. Había agresiones y discriminación. Pero nunca le di importancia, ni me sentí mal porque me discriminaran”, dijo. En ese sentido, la protagonista cuenta con su identidad asumida y hasta se permite humoradas como autollamarse “mariquita” con sus compañeras de trabajo porque “no me afecta”.

Respecto a su identidad trans, aseguró que “sigo buscando mi bienestar, creo que hace pocos años se empezó a comprendernos más, cambio a partir de la ley de Identidad de Género, la gente se adaptó y todos se liberaron. Nadie te puede decir nada, por más que no le guste”.

En su nueva vida Dulce describió que ahora “me levanto a las 7 cuando se va mi pareja a trabajar, tomo mates y ordeno mi casa. A las 8 y media salgo para el CAPS porque me queda recerquita y en 20 minutos llego caminando. Entró a las 9 y trabajo 6 horas hasta las 3 de la tarde, me voy, me pego una ducha y duermo la siesta, me levanto a las 5 y media, hago lo que tengo que hacer o me miro una serie y ya me acuesto. Vivo una vida tranquila gracias a la seguridad de tener un sueldo a fin de mes. A partir del trabajo digno se puede tener un proyecto de vida y estoy pensando en estudiar promotora de salud”.

Dulce cuenta que hace mucho terminó la escuela Primaria “ya de adulta en el SUM del Suburbio pero cuando iba a empezar la Secundaria arrancó la pandemia y no lo pude hacer porque no tenía internet. Hoy en día eso también cambió. Son pequeñas cosas que te cambian la vida: ahora podré estudiar y si tengo que rendir una clase virtual, podré hacerlo. A partir de ahora se puede proyectar”.

Igualmente confiesa que por el cambio de signo político en la Intendencia “estaba preocupada porque soy cooperativista. Tuve la suerte el día que fui a votar en la Escuela Pereda de encontrarme con el nuevo intendente que estaba ahí. Entonces me presenté, le dije necesito saber, tener la seguridad, si el año que viene voy a seguir trabajando. Y él me dijo, sí. “Sin trabajo no te vas a quedar”.

De cara a la marcha del Orgullo el mensaje de Dulce es superador: “a las chicas y los chicos jóvenes y a las chicas trans les aconsejo que estudien, hagan una carrera porque van a tener muchas oportunidades que nosotros no tuvimos. Sobre su proceso de aceptación que sepan que hoy es más fácil, los padres te entienden más, te acompañan. Hay que confiar en sí mismas”, cerró el diálogo con R2820.
Historias de Orgullo
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