Santiago Mac Yntyre

@smacyntyre

El día después en Entre Ríos

Entre Ríos es la provincia del país donde Cambiemos, sin hacer alianzas con otras fuerzas, más porcentaje de votos obtuvo en las elecciones del domingo. Los análisis al respecto requieren despojarse del simplismo, la subestimación y la descalificación de los votantes que han caracterizado muchos comentarios en estas ultimas horas.

Las elecciones legislativas de este domingo dejaron como conclusión un fuerte respaldo de la ciudadanía a la alianza Cambiemos, sobre todo en Entre Ríos, donde amplió en 70.000 votos su ventaja sobre el justicialismo, que también perdió votos en manos de la Nueva Izquierda y el Encuentro Social. Pero la respuesta a por qué obtiene semejante respaldo el Gobierno requiere despojarse del simplismo, la subestimación y la descalificación de los votantes, que tanto mal le hace a la política y, en particular, a la oposición.

Los números hablan por sí solos aunque luego vienen las diferentes lecturas e interpretaciones. Pero lo indiscutible es que la alianza gobernante Cambiemos obtuvo un importante respaldo en las elecciones legislativas de este domingo, aunque con limitaciones si se considera el mapa general.

El oficialismo nacional se impuso en 13 de los 24 distritos (entre ellos los cinco con mayor caudal de votantes: Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza) y obtuvo, en suma, el 40 por ciento de los votos a nivel nacional. Sin embargo, más allá del comprensible triunfalismo reinante en el oficialismo, si se repitieran los números en la elección presidencial de 2019, no le alcanzaría para imponerse en primera vuelta.

En Entre Ríos hay datos más que interesantes para analizar. Si se comparan los resultados de las primarias de agosto con las generales de ayer, Cambiemos creció 54.000 votos y Somos Entre Ríos (PJ y aliados) cayó 20.000 votos. Es decir que la ventaja, arruinando la sorpresa que pronosticaba Gustavo Bordet, se amplió en 74.000 votos.

Una pregunta que surge inevitablemente es: ¿De dónde salieron los nuevos votos a Cambiemos y adónde se fueron los votos que perdió el justicialismo? En el análisis frío de los números (después vendrán los por qué), se puede observar que ayer hubo casi 26.000 votantes más que en las Paso y hubo casi 30.000 votos blancos y nulos menos. En ese marco (y sumando la redistribución de los 20.000 votos que perdió el PJ) hay que analizar el crecimiento de Cambiemos, pero también del MST (que hizo una elección inédita para la izquierda en Entre Ríos) y el Encuentro Social, que crecieron, en suma, casi 15.000 votos.

La evasión de Bordet

Rápidamente podría decirse que Bordet es uno de los grandes derrotados de ayer. Intentó provincializar la campaña bajando el tono de las críticas al macrismo para evitar el golpe del voto castigo al kirchnerismo. Inclusive, en el tramo final de la campaña, buscó mostrar a sus candidatos como los que irían a “acompañar las buenas acciones del Gobierno nacional” pero “pensando primero en los intereses de nuestra provincia”. No funcionó.

Conocido el resultado y pese a su estrategia de provincialización (algo llamativo en una elección de legisladores nacionales que deberán votar leyes nacionales como los presupuestos o las reformas laborales, previsionales y tributarias que prepara el Ejecutivo nacional), Bordet intentó adjudicar la derrota a “una oleada nacional muy fuerte” a favor de Cambiemos.

Sin embargo -tal vez a esa hora del domingo era muy pronto para hacer comparaciones- al mandatario provincial se le escapó que Entre Ríos fue la provincia de todo el país en la que Cambiemos sacó mayor porcentaje de votos sin necesidad de hacer alianzas (sólo en Corrientes sacó mayor porcentaje que en Entre Ríos, pero allí fue en frente con otras fuerzas). Además, en la provincia de Bordet el justicialismo sufrió la peor paliza electoral desde en los últimos 30 años: 15 por ciento de diferencia y derrota en departamentos y ciudades históricamente peronistas, como Concordia.

Resulta ilustrativo volver sobre el caso de que el frente Somos Entre Ríos perdió votos no sólo en manos de Cambiemos sino también del MST y del Encuentro Social, que no fueron parte de ninguna tendencia nacional.

¿Por qué ganó Cambiemos?

Ante todo, hay que aclarar que estas reflexiones no son sentencias. Son simplemente eso, reflexiones y hasta preguntas para intentar analizar en su complejidad el resultado electoral de ayer. Y no quedarse con que ganó la república y perdió la corrupción o ganó el ajuste y perdió el pueblo. Cabe preguntarse si la inflación es la que es (la confirma el propio Indec), si era obvio que se estaba demorando el aumento de precios del combustible (liberado por el gobierno) para el mismo día de las elecciones, si el gobierno admitió hace semanas que en breve habrá aumentos de las tarifas de luz y gas, si se vienen reformas tributarias, educativas, previsionales, laborales y no precisamente a favor de los sectores populares y la denominada clase media, ¿por qué, con todo eso, la gestión de Mauricio Macri obtiene este respaldo? Y no es ninguna campaña del miedo, son todas medidas de las que los ministros de cada área hablan casi cotidianamente, aunque atajándose con el paraguas del gradualismo (una especie de anestesia social), sin embargo los ciudadanos se expresaron en las urnas.

¿Fue sólo un respaldo al Gobierno nacional? ¿O hay también un componente de voto castigo a la corrupción insoslayable del modelo kirchnnerista? Tal vez a quienes son o fueron parte del Frente Para la Victoria y sus vertientes, los sectores populares les estén pasando factura de que un modelo que declamó constantemente la inclusión cerró -en medio de uno de los ciclos económicos internacionales más favorables que se recuerde- con 12 millones de pobres. Si bien rápidamente Cambiemos subió a 13,5 millones dicha cifra, a fines de septiembre el Indec difundió un informe que habla de una vuelta al punto de partida, aunque generó suspicacias su difusión a menos de un mes de las elecciones.

La oposición, entre el silencio y la ira

Hoy, con el diario del lunes, es común ver entre (no todos pero una buena parte de) los militantes de las fuerzas de izquierda, populares y progresistas, una tendencia que no es ajena al mensaje que durante la campaña transmitió la dirigencia de los partidos: creer que un contexto de ajuste, decir que nos gobierna “macrigato” y que “Macri basura vos sos la dictadura” era suficiente para que la bronca se expresara en las urnas y castigara automáticamente las políticas Cambiemos. Y frente a esa percepción simplista hoy la reacción es el silencio propio del desconcierto o la furia que se descarga sobre el votante, el “globoludo”, ese que le gusta al que lo caguen, que sabiendo lo que ajustan, que abren las importaciones y va a tener que cerrar la pyme donde trabaja, igual los vota.

Ese fue el estereotipo que se construyó en torno al votante de Cambiemos, muchos de los cuales votaron a Cristina Fernández cuando sacó el 54 por ciento de los votos en 2011, muchos de los cuales votaron por la lista de Bordet hace dos meses nomás.

Evidentemente, a quienes están en la vereda de enfrente a Macri les falta un mayor esfuerzo para encontrarle una vuelta sobre hacia donde va este modelo y no perder de vista que una parte de quienes se ofrecen como única alternativa “que le puede poner freno al ajuste” no son parte de la solución sino, al revés, parte del problema. Y eso es lo que vieron muchos votantes que no quieren volver al kirchnerismo, que no le dan un cheque en blanco al gobierno actual pero tampoco vieron alternativas reales capaces de ponerle freno a un potencial retorno. Todos tienen su cuco: el del kirchnerismo era “la derecha”, personificada en Mauricio Macri. Ahora es Cristina, y en medio de esa grieta la política se vacía de contenido y los medios masivos hacen lo suyo para reforzarla.

Frente a esto, una de las preguntas gira en torno a la posibilidad de que el conjunto de las fuerzas progresistas y populares logren alguna vez la unidad que el momento parece reclamar, para romper techos que pueden ser históricos pero que son techos si no se encuentra la vuelta para zafar de “la grieta” que tan bien le ha funcionado, en esta ocasión, a Cambiemos. Por lo pronto, las medidas que el gobierno nacional anuncia para los próximos meses pintan un escenario en el que en la calle se forjará, seguramente, esbozos de esa unidad que, al menos en nuestra provincia, nunca se ha expresado electoralmente. El tiempo dirá cuánto le dura el “cheque” a Cambiemos y qué disposición hay entre la oposición para pensar alternativas reales.

Publicado por Río Bravo el 23 de octubre de 2017.

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