Desde el punto de vista económico, es importante conocer no sólo la estructura poblacional del país (su composición por edades, sexos, su distribución geográfica), sino básicamente la composición de la población dedicada a la producción de bienes y servicios.

El primer concepto que se utiliza es el de Población Económicamente Activa (PEA), formada por todos los habitantes entre los 15 años y la edad de retiro que se encuentran trabajando o en búsqueda de trabajo, y por otra parte, en la Población No Económicamente Activa (PNEA), por los que se encuentran en esa franja de edad pero no desean trabajar además de los menores de 15 años y retirados.

La población económicamente activa está formada entonces, por los que están ocupados, y por los desocupados. Se excluyen todos aquellos que por decisión propia (los que viven de rentas, los vagabundos, etc.) o no (los enfermos, los detenidos) se encuentran fuera del mercado laboral.

Desde un punto de vista estrictamente económico, se parte del supuesto (válido la mayoría de las veces) que el trabajo es no deseado, que se prefiere el ocio al trabajo. Por lo tanto, para que la gente trabaje es necesario que se le abone un salario, suficiente como para que acepte abandonar el ocio.

Pero hay límites en el deseo de trabajar, dados por la cobertura de las necesidades de la persona (y de su grupo familiar). Una vez llegado a dicho nivel, el costo del ocio irá en ascenso. Por eso, a medida que aumenta la remuneración de una persona, luego de ciertos límites, menos deseos sentirá de trabajar.

Hay diferentes explicaciones de las variaciones que se producen en la ocupación, muchas veces opuestas. Así, existe una visión optimista que dice que la gente está más dispuesta a trabajar (ingresar antes en el mercado laboral, retirarse después, mayor participación de los jóvenes, etc.) cuando el nivel salarial es alto, y por lo tanto el costo de no hacerlo (el costo del ocio) es bajo.

La interpretación opuesta es que la gente está más dispuesta a trabajar cuando los salarios son bajos. Y ello es así porque deben cubrir sus necesidades más imperiosas y para ello, deben trabajar igual, aunque el salario sea extremadamente bajo. Por el contrario, cuanto menor es el salario, mayor es la necesidad de trabajar. Este razonamiento resulta válido fundamentalmente para los jefes de familia.

Pero, a la vez, cuanto menor es el salario que se puede obtener, mayores son las posibilidades que los trabajadores ocasionales se retiren del mercado laboral. Los estudiantes, al ver que se remunera escasamente sus esfuerzos, pueden concentrarse en su estudio. A otras personas les resulta más caro pagar a otra para que las reemplace en sus tareas domésticas que los magros ingresos que pueden obtener, se retiran del mercado laboral.

La evolución de la Tasa de Actividad durante el período 2017 a 2021 por trimestre, atendiendo a que siempre es relevante comparar un mismo trimestre de diferentes años debido a la estacionalidad en la producción de bienes y servicios.

Tal como puede observarse, entre 2017 y 2019 la Tasa de Actividad crece muy lentamente en todos los trimestres, siendo más pronunciado en los primeros períodos de los años bajo análisis donde el incremento entre ambos extremos fue de 1,76 por ciento (pasó de 45,5 a 46,3) mientras que en los terceros trimestres el crecimiento fue más incipiente pasando del 46,3 a 46,7 que representa un 0,88 por ciento.

Luego en 2020, el efecto de la pandemia y las medidas sanitarias adoptadas en consecuencia, se nota una caída sensible, sobre todo en el segundo trimestre en donde la tasa de actividad cae al 38,4 pero hacia el cuarto trimestre del mismo año logra repuntar al 45. No obstante la caída de la tasa en ambos trimestres (segundo y cuarto) con respecto a 2019 en que su valor se mostró en torno a los 47,7 y 47, 2 que representa una caída del 19,5 y 4,66 por ciento respectivamente.

En 2021 se comienza a vislumbrar un proceso de recuperación de la tasa de actividad vuelve a ubicarse cerca de los valores previos a la pandemia. Así mientras en los cuatro trimestres de 2019 osciló entre 47 y 47.7, en 2021 lo hizo entre 45,9 y 46,9 por ciento.
Empleo, desempleo y subempleo
No es sencillo definir el empleo, aunque a priori parecería serlo. Se comenzará por definir el desempleo. Para nuestras estadísticas, una persona está desempleada si en la semana anterior a la realización de la encuesta (de domingo a sábado) que se toma como “semana de referencia”, la persona trabajó al menos una hora remunerada, o 15 horas no remuneradas y busca otra actividad.

Subempleo es cuando una persona ha trabajado menos de 35 horas semanales y desean hacerlo en mayor tiempo. Son ocupados plenos (empleo) los que trabajan entre 35 y 45 horas semanales y Sobreocupados todos aquellos que desempeñan sus actividades en más de 45 horas semanales.

La tasa de desempleo, en consecuencia, es la relación entre la cantidad de personas que trabajan menos de una hora remunerada o de quince sin remuneración, y la población económicamente activa.

Y lo mismo ocurre con los desempleados. Esto significa que, por ejemplo, la tasa de desempleo fuera del 10 por ciento de la población económicamente activa, y la tasa de actividad (población económicamente activa sobre población total) del 40 por ciento, la tasa de desempleo sobre el total de la población es del 4 por ciento (sobre una población de por ejemplo 45 millones, la población económicamente activa es de 18 millones y el número de desocupados, de 1,8 millones).

Las tasas de actividad, de empleo, desempleo y subempleo se miden mediante la Encuesta Permanente de Hogares, que es un programa nacional de producción sistemática y permanente de indicadores sociales que lleva a cabo el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que permite conocer las características socio-demográficas y socio-económicas de la población en coordinación con las Direcciones Provinciales de Estadística y Censos.
El desempleo y el nivel de actividad económica
Existe una íntima relación (inversa) entre el desempleo y el nivel de la actividad económica. Existen diferentes definiciones de pleno empleo. La definición más estricta considera que existe pleno empleo cuando todos los factores productivos se encuentran empleados. De esta manera, se alcanza en la economía en cuestión la máxima producción posible.

Sin embargo, dicha definición es demasiado estricta y, desde el punto de vista de la política económica, no es tan relevante ya que nadie considera un problema grave que deba tener alguna solución el hecho de que existan algunas maquinarias sin utilizar. Desde un enfoque social sí es preocupante que existan personas que desean trabajar y no puedan hacerlo.

Hasta mediados de la década de 1930, la interpretación habitual de los economistas era que no existía desempleo involuntario, y que los desocupados (voluntarios) eran aquellos que no deseaban trabajar al nivel salarial dado (que pretendían un salario mayor). Esta interpretación es rechazada por Keynes, quien introduce formalmente en la teoría económica el desempleo involuntario.

Del trabajo del economista norteamericano Milton Friedman surge el concepto de tasa natural de desempleo, es decir, la tasa de desempleo compatible con el máximo nivel de producción y la estabilidad de precios. La tasa natural de desempleo es, entonces, el máximo nivel de ocupación compatible con la inexistencia de presiones inflacionarias. Esta tasa natural de desempleo técnicamente ronda entre un 2 y 5 por ciento.

Claramente existe una relación inversa entre el nivel de actividad económica y la tasa de desempleo: cuando disminuye la producción, aumenta la desocupación. Pero dicha relación varía de acuerdo a la legislación laboral y a la tecnología empleada en la producción. Cuanto más fácil resulte reemplazar la mano de obra por maquinarias, y cuanto menos impedimento para despedir al personal exista, mayor respuesta habrá en el empleo a los cambios en la producción.

Si aumenta la producción de una empresa, el empresario demorará la toma de más personal hasta estar seguro de que el incremento se sostendrá a largo plazo; pero, además, lo hará con extrema precaución, porque si toma personal de más después tendrá un costo extra por el despido. Debe comprenderse que existe un costo elevado en el entrenamiento del nuevo personal, que se pierde con un despido prematuro.

Si disminuye la producción, la respuesta debería ser disminuir el empleo, pero esto conlleva los costos del despido en sí, más los eventuales costos de entrenamiento para el nuevo personal en caso de reponerlo con posterioridad.

Esto significa que la decisión racional de los empresarios es no responder a las variaciones de la producción, reemplazándola con horas extras o por trabajos complementarios en caso de aumento o de descenso de la demanda. Por lo tanto, se explica así la relativa independencia que existe entre el nivel de actividad económica y la tasa de desempleo.

La evolución de las Tasas de Empleo, Desocupación Abierta y Subocupación durante el período 2017 a 2021 por trimestre, volviendo a recordar que es relevante comparar un mismo trimestre de diferentes años.

Esta Tasa muestra particularidades según el trimestre que se analice que muy probablemente esté relacionado con la estacionalidad en la producción de bienes y servicios.

Los valores más elevados de la tasa se muestran casi siempre en los segundos trimestres, salvo en 2017 donde se registró 9.2 frente al 10.2 del primer trimestre del mismo año. Luego hasta 2021 va a mostrar valores superiores al resto de los períodos. En 2018 creció la desocupación en este trimestre un 10,34 por ciento respecto a 2017, mientras que en 2019 y 2020 lo hizo en un 21,84 por ciento hasta trepar al 50,57 por ciento respectivamente y con respecto al mismo período.

En 2021 desciende considerablemente hasta ubicarse en torno a los niveles de 2018, esto es 9,6 por ciento.

La evolución de la tasa de desocupación durante el primer trimestre de los años analizados revela un comportamiento menos disperso y con distintas características respecto de los otros períodos del año. Así, por ejemplo, si se considera como base 2017, en 2018 muestra un
leve descenso en torno al 1,1 por ciento para luego repuntar los dos años siguientes (un 9,78 por ciento en 2019 y 13,04 por ciento en 2020) y finalmente en 2021 desciende levemente un 1,92 por ciento respecto de 2020 en que en todos los trimestres se vio el impacto de la pandemia en la actividad económica.

Los terceros y cuartos trimestres muestran un comportamiento similar a la evolución de los segundos trimestres pero menos exacerbado en cuanto a tendencias a la suba desde 2017 a 2020 y luego la caída sensible que muestran en 2021.

La Tasa de Empleo presentó durante el período 2017 a 2019 un comportamiento relativamente estable en torno al rango entre 41.3 a 43, es decir que entre el menor y mayor valor durante los tres años en todos los trimestres, tuvo una variación relativa del +/- 4,12 por ciento. En 2020 y producto de la pandemia y sus consecuencias sobre la actividad económica como ya se dijo, mostró una fuerte caída.

El trimestre de mayor impacto fue el segundo donde la tasa de empleo pasó del 42,6 al 33,4, esto representa un descenso del 21,6 por ciento. El trimestre con menor impacto fue el primero donde prácticamente se mantuvo estable pasando de 42,3 a 42,2.

La tasa de Subocupación presenta rasgos particulares respecto de los anteriores indicadores. Se puede considerar al segundo y cuarto trimestre como los que mayor dispersión relativa mostraron durante el período 2017-2021. Por ejemplo, el segundo trimestre mostró un crecimiento relativo entre 2017 y 2019 del orden del 19,09 por ciento para luego descender abruptamente a valores inferiores a 2017 pero luego repunta en 2021 llegando a mostrar un 12,82 por ciento de incremento respecto de 2017.

Con el cuarto trimestre ocurre un fenómeno sensiblemente diferente, dado que al crecimiento moderado del 28,43 por ciento entre 2017 y 2019 durante la pandemia crece fuertemente trepando a un 48,06 por ciento respecto de 2017 para luego en 2021 volver hacia niveles próximos a los de 2018.
Los resultados recientes de la EPH
A continuación, se muestran los datos del último operativo de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) publicados el pasado 22 de marzo del corriente y que refieren al último trimestre de 2021.

En el cuarto trimestre de 2021, la tasa de actividad (TA) –que mide la población económicamente activa (PEA) sobre el total de la población– alcanzó el 46,9 por ciento, la tasa de empleo (TE) –que mide la proporción de personas ocupadas con relación a la población total– se ubicó en 43,6 por ciento; y la tasa de desocupación (TD) –personas que no tienen ocupación, están disponibles para trabajar y buscan empleo activamente, como proporción de la PEA– se ubicó en 7 por ciento.

Si se traslada esta información a cantidad estimada de habitantes, la podemos reproducir de la siguiente manera: En el cuarto trimestre de 2021, la tasa de actividad (TA) –que mide la población económicamente activa (PEA) sobre el total de la población– alcanzó el 46,9 por ciento, la tasa de empleo (TE) –que mide la proporción de personas ocupadas con relación a la población total– se ubicó en 43,6 por ciento; y la tasa de desocupación (TD) –personas que no tienen ocupación, están disponibles para trabajar y buscan empleo activamente, como proporción de la PEA– se ubicó en 7 por ciento.

La tasa de subocupación resultó del 12,1 por ciento de la PEA, mientras que los otros ocupados demandantes y los otros ocupados no demandantes disponibles alcanzaron, en conjunto, el 11,4 por ciento de la PEA. Consecuentemente, la presión sobre el mercado laboral, conformada por el universo de desocupados, subocupados, ocupados demandantes y ocupados no demandantes disponibles, alcanzó el 30,5 por ciento de la PEA.

Al analizar las poblaciones específicas, dentro del universo de 14 años y más, desagregado por sexo, la TA para los varones fue de 69,7 por ciento, mientras que para las mujeres dicha tasa resultó del 50,3 por ciento.

Dentro de la población activa (46,9 por ciento) se destacó que: - Entre la población ocupada, 73 por ciento son asalariados, de quienes el 33,3 por ciento no cuenta con descuento jubilatorio.

- Por otra parte, 23 por ciento trabajan por cuenta propia, 3,5 por ciento son patrones y 0,4 por ciento son trabajadores familiares sin remuneración.

- Entre los asalariados ocupados, el 5,2 por ciento utilizó sus propias maquinarias/equipos para realizar su trabajo. Asimismo, del total de ocupados, el 10,5 por ciento trabajó desde la vivienda.

- Al analizar la población ocupada por nivel educativo, más de la mitad de las personas ocupadas (59 por ciento) cuenta con hasta secundario completo, mientras que el 41,1 por ciento posee estudio superior y universitario (completo o incompleto).

- Asimismo, en lo que respecta a la calificación de la ocupación principal, el 51,7 por ciento corresponde a un empleo operativo; el 19,2 por ciento a calificación técnica, el 17,6 por ciento a no calificado; y 10,2 por ciento a profesional.

Dentro de la población ocupada (43,6 por ciento) se destacó que: - Finalmente, los inactivos marginales –quienes no buscaron empleo, pero estaban disponibles para trabajar– alcanzaron el 0,6 por ciento.

- Al observar las poblaciones específicas, para la población de 14 años y más, la tasa de desocupación fue de 7,7 por ciento para las mujeres, y de 6,4 por ciento para los varones.

- Entre las regiones, las que mostraron la mayor TD fueron las regiones Gran Buenos Aires y Pampeana, ambas con una tasa de 7,4 por ciento. Por su parte, se destaca que la región con menor TD fue Patagonia (4,5 por ciento).

- En cuanto al tamaño de los aglomerados, la TD fue inferior en los aglomerados de menor población: en los aglomerados con menos de 500.000 habitantes, resultó de 4,9 por ciento de la PEA, mientras que se posicionó en 7,4 por ciento en aquellos con 500.000 y más habitantes.

- En cuanto al nivel educativo de las personas desocupadas, 72,3 por ciento cuentan con hasta secundario completo, y 27,6 por ciento presentan nivel superior y universitario, completo o incompleto.

- En cuanto al tiempo de búsqueda, el 54,3 por ciento lleva buscando empleo entre 1 y 12 meses, mientras que el 45,7 por ciento lleva más de un año.

En lo referente a la tasa de desocupación (7 por ciento de la PEA), se destaca que: - Al observar las poblaciones específicas, para la población de 14 años y más, la tasa de desocupación fue de 7,7 por ciento para las mujeres, y de 6,4 por ciento para los varones.

- Entre las regiones, las que mostraron la mayor TD fueron las regiones Gran Buenos Aires y Pampeana, ambas con una tasa de 7,4 por ciento. Por su parte, se destaca que la región con menor TD fue Patagonia (4,5 por ciento).

- En cuanto al tamaño de los aglomerados, la TD fue inferior en los aglomerados de menor población: en los aglomerados con menos de 500.000 habitantes, resultó de 4,9 por ciento de la PEA, mientras que se posicionó en 7,4 por ciento en aquellos con 500.000 y más habitantes.

- En cuanto al nivel educativo de las personas desocupadas, 72,3 por ciento cuentan con hasta secundario completo, y 27,6 por ciento presentan nivel superior y universitario, completo o incompleto.

- En cuanto al tiempo de búsqueda, el 54,3 por ciento lleva buscando empleo entre 1 y 12 meses, mientras que el 45,7 por ciento lleva más de un año.
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