El pasado martes, el gobierno nacional dio de baja intempestivamente a una cadena de supermercados para operar en el Mercado de Liniers; medida decidida por la Secretaría de Comercio Interior en castigo por el precio pagado por un lote de novillitos.

De esta manera, se busca presionar a los consignatarios de hacienda para maniatar los precios de las categorías destinadas al consumo con herramientas coercitivas y discrecionales propias de años oscuros de nuestro país.

Lamentablemente, este tipo de episodio no es inédito: tiene su analogía en 2006 cuando la impericia gubernamental destruyó los pilares de la ganadería cerrando las exportaciones de carne.

Lo que debe dejarse bien claro de cara a la sociedad es la gravedad de la medida, ya que la intervención de Liniers impide la libre comercialización en un lugar preponderante que hace las veces de referencia nacional para los precios de la hacienda y de los arrendamientos de todo el país. Así, pretenden maquillar índices que les permitan aumentar un relato desvinculado de la realidad.

Esta operación arbitraria de tinte totalitario es una velada amenaza al sector productivo argentino y es un gancho al hígado del productor primario que ve como se juega con su trabajo, patrimonio y rentabilidad, porque en definitiva, es el único que paga los platos rotos en esa cadena donde casi nadie pierde.

Estos días terminan siendo nefastos, ya que esta medida se suma a la reinstauración de los Registros de Operaciones de Exportaciones de Carne, que nos retrotrae a un pasado que ya demostró con creces su fracaso rotundo.

Pero, además, estos zigzagueos denotan -entre otras cuestiones- el triste papel del ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Luis Basterra. Ya da lo mismo mantener encuentros con él y acordar sobre temas inherentes a la producción. Porque evidentemente está “pintado” y las decisiones de otras carteras de su gobierno lo pasan por encima y desautorizan todo lo que pueda haber definido. Hoy, es literalmente un ministro invisible.

De una vez por todas, la inflación que se come todos nuestros ingresos hay que buscarla en un Estado gigante e inútil y no en las exportaciones ni en los productores.

Por todo ello, la Mesa de Enlace de Entre Ríos repudió este sistema intervencionista por parte del gobierno que vuelve a asomar ante la falta de ideas y de capacidad para darle un rumbo certero a la economía.

Medidas de esta índole sólo sirven para paralizar y retraer el circuito productivo generador de divisas y dador de empleo. Es una medida más generadora de pobres y de atraso. Los manotazos de ahogado se transforman -otra vez- en un salvavidas de plomo para los productores.
Mercado de Liniers Carnes
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