El viernes 21 de agosto pasado, Oscar Rébora, brindó su última entrevista radial. Esa mañana, pasadas las 8, habló durante 44 minutos con el programa “Desayuno Doble A”, conducido por Alba Giacopuzzi y Alberto Dorati, en CNN Gualeguaychú FM 100.3.

El punto de partida de aquel “Invitado del Día” fue diferente. El llamado se hizo a la línea fija de su casa porque Oscar no tenía ni usaba celular. Atendió su espesa Margarita con la amabilidad de los sabios mayores; enseguida tomó el tubo Oscar y dejo fluir anécdotas e historias de su extensa vida.

Oscar Rébora tenía 73 años, pero este miércoles 16 de septiembre, dejó de tallar en la vida y llegó su arte a otros mundos.

La magia de la radio, de la voz que nunca se apaga, que queda para siempre registrada en una grabación nos permite reconstruir su sonrisa, sus alegrías, sus anhelos y el legado perdurable de arcilla, hierro, cobre y creatividad.

Aquí un extracto de aquella charla de “amigos”.
-“He tenido una vida bastante larga, felizmente”, dijo con una sonrisa en el principio de la nota, la misma con la que cerró la entrevista.

- “Todos las mañanas temprano voy al Museo del Padre Jeannot, en Maipú y Concordia. Estoy solo y me pongo a trabajar en obras y bustos para regalar a las escuelas”.

- “Estamos donando con la Asociación Curita Gaucho. Ya hice 12 o 13 bustos de “Pancho” Ramírez, Urquiza, San Martín y Belgrano porque estos caudillos están volviendo a ser tenidos en cuenta. Me parece muy bien porque, con ideas acertadas o no, fueron hombres que lucharon por la patria”.

- “El Museo del Cura Jeannot se inauguró justo cuando la pandemia y no se pudo abrir. Ahí tengo mi taller y les enseño a los alumnos lo que he aprendido de mi experiencia, porque yo no estudié. Toda esa experiencia uno se la puede dejar a la gente que viene”.

- “Hace unos días terminé un relieve de mármol de mi madre. Hace muchos años cuando muere mi padre yo lo hice y lo coloqué en su nicho. Cuando muere mi madre durante muchos años tuve esa deuda. Entonces, cumplí y los tengo juntos ahí, porque mi madre nació en esa casa que era de mis abuelos maternos y yo la heredé de mi tía porque era su ahijado”.

- “Cuando armaron la Asociación me llaman para ser parte y ellos querían hacer una rifa para comprar un terreno. Les dije no vamos a ver ni los cimientos con lo grande que estamos. Yo tengo una casa vacía, la ofrecí, le pusimos un precio y les dije que algún día me la pagaran. Fuimos a la escribanía y les dije ‘ponela a nombre de la Asociación porque si yo me muero un día caduca toda la deuda y no se paga nada y listo. Y así fue, ya está a nombre de la Asociación”.

- “En un salón superior llevé 45 imágenes de personalidades que, a mi criterio, hicieron Gualeguaychú, como Tomás de Rocamora. Son hombres y mujeres que se dedicaron a hacer el bien a la sociedad”.
- “En 1977 yo tenía un grupo de teatro y llegaste a buscar a tu compañera. Era noche lluviosa y nosotros estábamos hablando de aparecidos. Tu esposa contó que una noche cuando volvían de Urdinarrain vieron un hombre enorme como agachado en el medio de la ruta. Y ustedes dieron la vuelta en el Citroën y se volvieron. Ese bulto era una estatua que yo había hecho a “Pancho” Ramírez para instalar en Villaguay. Justamente a esa altura se había roto el acoplado donde llevaban la estatua que son un par de gauchos de 4 o 5 metros de altura y la habían dejado en el medio de la ruta para venirla a buscar al día siguiente. Ese era el aparecido que vio Alberto”.
[Crédito: Diario El Argentino]
SU PASION
-“Allá cuando tenía unos 6 o 7 años, por el año 1950, enfrente a donde yo vivía había una casa antigua que estaban remodelando y yo tallé en esos pedazos de cal una cabecita porque me gustaba. En la escuela yo le robaba la tiza a la maestra y las tallaba. También usé madera y modelé el mármol. Me gustó toda vida”.

- “Todos los seres humanos nacemos para algo, es lo que yo pienso. No creo en el talento, eso es una mentira. Cada uno tiene habilidad para ciertas cosas y a mí me gustó la escultura y me dediqué a eso. Pienso que cada uno tiene una misión”.

-“Una escultora Adela Pérez Escheveste se enteró de mi inclinación, entonces le dijo a mi mamá, que era peluquera, que me mandara. Fui dos o tres días y después no pude ir mas, pero en esos días conocí la arcilla y cómo se modelaba”.

-“Mi primera obra fue un dios Baco, tallado en madera, que estaba en una wisquería por 25 de Mayo y después se vendió a Paraná. Había un señor Oppen que era piloto de avión que viajaba a Estados Unidos y me encargó una obra de madera. Le hice la cabeza de un gaucho argentino y ese fue el primer trabajo que hice por el que cobré”.
[Crédito: Diario El Día]
LA OBRA PERDIDA
- Sobre el monumento a Ramírez instalado en los Obeliscos de Costanera y del que una vez removido nunca más se supo dónde está Oscar Rébora contó: “Tiene una historia muy linda con un final triste. Nunca fue un monumento a Ramírez, sino que fue el monumento a un hombre que murió por algo maravilloso que es el amor a una mujer. Según dice la historia, no querían matar a Ramírez sino quitarle a Delfina, que era una dama muy atractiva”.

- “Antonio Machado, un gran poeta nuestro de Gualeguaychú, una noche me regaló un poema para inspirarme en esa obra. Esa noche, me encontré con el intendente Ledo García en la confitería París. Me preguntó qué estaba haciendo y le contesté un tape, es decir, el hijo de la prepotencia española que la india había tendido por una violación y ese chiquilín era no querido, era guacho. Esa madrugada, cuando se lo mostré en mi taller y mientras tomábamos mates tocó la puerta Antonio Machado y me dio un poema que se llamaba “Romance para el Silencio” y me dijo léelo e inspírate. Fue así como le regalé a Gualeguaychú esa obra”.

-“En esa obra la imagen principal está muerta, porque representa los valores humanos latentes. Es la grandeza de morir por esa causa, por el amor de esa mujer”.

- “Cuando estaba Luis Leissa en la intendencia me pidieron permiso para trasladar el monumento. Les dije que si porque era un lugar que no me gustaba. Era una obra para estar entre el monte, en un lugar natural y no rodeada de cemento. Me dijeron que lo iban a llevar a Costanera Sur y se desmanteló pero nunca se hizo. Pancho Ramírez está en mi casa y la imagen del tape está en los galpones del puerto”.

- Su deseo en vida, plasmado en la nota: “Si alguna vez el monumento se rearma de nuevo a mí me gustaría que se haga en la Delfina, porque en realidad es un homenaje a esa mujer”.
Personajes La última entrevista
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