Daniel Tirso Fiorotto
En Entre Ríos, el nombre Abya yala desplaza a América
Todo el libro de Rosita Albariño está impregnado de esa voz, Abya yala, en los poemas. Para entonces, habían pasado casi dos décadas desde que los pueblos ancestrales del mundo, reunidos en Kiruna (Suecia) aceptaran en 1977 el nombre Abya yala para el continente conocido como América.
Varios años después de Rosita, algunos pequeños grupos y pocas personas empezaron a balbucear en Entre Ríos el “Abya yala” que Albariño había adoptado con tanta naturalidad, y que hoy se pronuncia sin dar explicaciones en ciertas organizaciones, e incluso da título a libros editados en este siglo XXI en nuestro territorio de raíz charrúa, guaraní y chaná.
El significado
El Abya yala es tan lícito ya como África, Asia, Europa, etc. Y se va colando por las grietas. Es decir: no hubo una decisión empresaria, estatal o corporativa, todo lo contrario. Las personas y las entidades contestatarias adoptaron con gran suceso la voz de los pueblos Gunas de Panamá y Colombia, y hoy ya cuesta menos la referencia al continente.
Por supuesto: en muchos ámbitos hay que explicar todavía que se trata de un nombre antiguo, con un significado profundo en dulegaya, el idioma de los gunas. Abya yala: tierra en plena madurez, tierra de sangre vital, tierra viva, tierra en florecimiento, territorio salvado, territorio querido, preferido; territorio en pleno auge de juventud. La voz fue usada para una extensa región, un tanto indeterminada, por pueblos que habitan hoy junto al mar Caribe.
Fue un militante de causas por la emancipación de los pueblos ancestrales, Constantino Lima, conocido también por Takir Mamani, quien escuchó la voz de los saylas gunas (los ancianos que transmiten los saberes) y la transmitió al mundo, con alta repercusión y aceptación en comunidades diversas.
El motivo de este cambio es muy sencillo: si la mayoría de las comunidades ancestrales se sienten cómodas con el nombre Abya yala, no hay mucho que discutir. Está la voz, y está la intención de esas comunidades de quitarse de encima un nombre impuesto por Europa, de modo que al haber consenso en otro nombre, como Abya yala, todo se facilita.
Por supuesto: luego aparecieron estudiosos que buscaron un supuesto origen no europeo del nombre América, o que señalaron que la voz América se había desprendido ya de su origen y está metida en el corazón de muchos pueblos, incluso representa luchas muy sentidas, y hasta forma parte del acervo poético y del cancionero.
Algunos argumentos son atendibles, pero Abya yala está impregnando poco a poco los libros, los encuentros, los debates, las luchas. Al pronunciar Abya yala estamos diciendo un nombre y a la vez un sentido de pertenencia y de unidad, y una voluntad de emancipación, es decir: estamos ante pueblos que abominan del nombre impuesto por el invasor, y que, en un acto de rebeldía, se rebautizan pero no inventan un nombre: lo recuperan del idioma de un pueblo ancestral si se quiere pequeño, no de los poderosos, no de los más afamados. Esta rebelión toponímica va a la fuente, tiene un origen humilde, tiene historia, y agrada.
Testimonios de uso
Transitamos la segunda década del siglo XXI y en la provincia de Entre Ríos algunos historiadores de los más conspicuos, periodistas, artistas, educadores, comunidades ancestrales, nombran Abya yala al continente, algunos aclarando entre paréntesis el anterior nombre: América.
Este mes se reunieron profesores de filosofía e historia, estudiosos de la historia, periodistas, historiadores, docentes de diversas disciplinas, antropólogos, en el museo Iby mara ey de la ciudad de Chajarí bajo el rótulo “Encuentro Abya yala”. Allí no se dice América sino Abya yala.
Al mismo tiempo, existe en Paraná un grupo denominado “Estudios Abya yala” basado en la cátedra de Ética de la carrera de filosofía de la UADER, donde el nombre del continente se da como sobreentendido: Abya yala.
En mayo pasado cumplió 17 años el centro de estudios “Junta Abya yala por los Pueblos Libres”, integrado por diversos estudiosos de Paraná, Concepción del Uruguay, Gualeguaychú y otras diez ciudades de la provincia y de Santa Fe. Esa agrupación se llamó en principio “Junta Americana” pero cambió de nombre a los pocos años luego de un intenso intercambio de saberes y algún debate.
El historiador entrerriano Juan Antonio Vilar, que tiene escritos ocho libros de historia argentina, seis de ellos ya editados por la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos -Eduner-, y dos en el horno, llama Abya yala al continente. Así lo dice en muchas páginas de su extensa obra, y es el presidente del centro de estudios Junta Abya yala por los Pueblos Libres que, todos los años, entrega a diversas comunidades el reconocimiento “Conciencia Abya yala”. En el primer libro de la saga, sobre los pueblos milenarios del continente, explica su deseo de que el nombre Abya yala se afiance y generalice. Uno de los capítulos se titula “El Abya yala (América) en el reparto europeo del mundo”.
Más usuarios de la voz
El historiador Juan José Rossi, radicado en Chajarí, ex profesor de la Universidad Autónoma de Entre Ríos -UADER-, llama Abya yala al continente también al punto que uno de sus libros se titula, sin titubeos, “La historia saboteada de Abya yala”.
El escritor y profesor de filosofía Américo Schvartzman llama Abya yala al continente y desde que decidió reconocer esa voz antigua en lugar de América aceptó, en broma, que sus allegados y amigos le llamaran en broma “Abyayalo”. Y lo mismo los docentes César Baudino y Marcelo Perini del Colectivo Por la Ventana; Lucrecia Brasseur y Ana Delia Scetti del Centro de Docentes Jubilados de Paraná; Mauricio Castaldo, de Agmer, entre tantos que sería largo enumerar, como el historiador uruguayense Jorge Villanova o docentes, investigadores, estudiosos, artistas como Mariela Satto, Aixa Mega, Rosa De la Vega, Andrés Petric, Irma Cáceres, Gladys Do Nascimento, Julieta Rivarola, César Pibernus, Maricel Boggia, Ricardo Bazán, Antonio Tardelli, Alberto Dorati, Mauro Oliver, Daniel Carbone, el antropólogo Luis Capeletti, el abogado ecologista Jorge Daneri, el ingeniero Carlos Weber, por nombrar algunos. En cada organización, decenas de integrantes que no mencionamos aquí por falta de espacio y que usan la voz Abya yala.
El periodista y político de Gualeguaychú Julio Majul, que murió en marzo pasado, llamaba Abya yala al continente. Uno de sus libros se titula precisamente “Fibras del Abya yala”. Lo mismo el escritor y periodista radicado en la Picada, Fortunato Calderón Correa, que integra, con Schvartzman, la Junta Abya yala, y el cooperativista Pedro Aguer, que fue presidente de esa entidad.
“Hay entre los pueblos originarios de Abya yala depositarios sobrevivientes de la filosofía perenne”, se lee en una obra de Calderón Correa. Una columna suya se titula “El genocidio de Abya yala”; otra “Abya yala, más que un nombre”… La voz aparece varias veces en su libro “A la luz de la tradición eterna”.
El periodista Mario Alarcón Muñiz, de extensa y provechosa trayectoria en medios escritos, radiales y televisión, fallecido en octubre de 2019, llamaba Abya yala también al continente; de hecho, fue uno de los estudiosos que resolvieron cambiar el nombre Junta Americana por Junta Abya yala al grupo cultural. Del mismo modo, otros comunicadores y ecologistas como Elio Kohan, de Colonia Avigdor, que desde hace años repite el Abya yala en su programa radial Panza Verde Bien Tagüé, por dar un ejemplo. Hay más casos, entre artistas y difusores culturales, que sería largo enumerar.
Ara Mimbí Vera, referente de la comunidad guaraní en Entre Ríos, llama Abya yala al continente. La comunidad charrúa Onkaiujmar de Paraná llama también Abya yala al continente y aclara en sus escritos y pronunciamientos que es el mismo que antes fue “mal llamado América”.
Dice Romina Arapeiz, de Onkaiujmar, que el estado uruguayo “es de los pocos países de Abya yala que niega su población indígena ante el mundo”. Tomamos esta frase del libro “Inambi atei. Estamos bien vivos”, publicado por la editorial de la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
Aula, periodismo y cancionero
La concordiense Bernardita Zalisñak, profesora de Ética y Derechos Humanos y compiladora de esa obra, dice sobre el 18 de abril: “En este Día de los Pueblos Originarios del Abya Yala, reflexionemos sobre la necesidad de recuperar, reconocer y valorar nuestras identidades, nuestra historia… Este 19 de abril se cumplen 80 años del Primer Congreso Indigenista de América, celebrado en México, clave para visibilizar la lucha de los pueblos originarios del Abya Yala. La UADER se suma a esta conmemoración a través del Programa Interculturalidad y Pueblos Originarios”.
La profesora paranaense Nélida Zubillaga, catedrática de la Universidad Autónoma de Entre Ríos y la Universidad Nacional de Misiones, dice en un ensayo sobre “Estética Decolonial y otras poéticas en la obra de Ramón Ayala”: “Tal como sucedió con la negación del ‘alma’ de los varones y mujeres nativos de Abya Yala en el siglo XVI, de la ‘civilización’ de los pueblos originarios pre-hispánicos y de los derechos civiles y políticos de los pobladores autóctonos, hoy en día (esto) se viene transformando en la negación de su auto-determinación económica y cultural”.
Dentro del Departamento de la Mediana Edad de la UNER, un taller sobre culturas regionales que desarrollamos en Paraná hace una década publicó internamente una revista bajo el título “Abya yala” sugerido por la estudiante y poeta Carla Zapletal.
El Estatuto del Sindicato Entrerriano de Trabajadores Prensa y Comunicación -SETPyC- dice en su artículo segundo: “ñ)Promover en los trabajadores el conocimiento y la aplicación de la filosofía de los pueblos del Abya yala (América) sintetizada en la complementariedad, el espíritu comunitario y la expresión sumak kawsay, suma qamaña o tekó porá, traducida como vivir bien en armonía con la naturaleza; entre otras razones, porque los trabajadores de prensa y comunicación no pueden ofrecer los mejores frutos de sus funciones intelectuales sino con tiempo, espacio y ámbitos naturales propicios para conocer, meditar, intercambiar, y porque se trata de una base para dialogar con el resto de las organizaciones hermanas, en un tiempo en que la velocidad, el hacinamiento, el ruido y el consumismo atentan contra el trabajo decente y ponen en riesgo la salud misma de los trabajadores”.
El Dúo Tik, que integramos con el músico Claudio Ronconi, grabó una composición que se titula “Cielito Zurdeño”. Allí se escucha: “y nuestra madre Abya yala tendrá un candil en la Curupí”.
Al mismo tiempo, un integrante de ese Dúo Tik (quien esto escribe) publicó el “Cielito siempre inconcluso del Abya yala” que dice: “Guarda Abya yala/ dos semillas: un ayllu y una wiphala.”. Y dice también: “Con toda la muerte en ancas/ la Azurduy entró al infierno/ a contar que en Abya yala/ los libres no tienen precio./ Y cuántas Juanas/ como las flores indias/ jamás nombradas”.
Ese Cielito lleva un subtítulo: “vamos por la ancha alameda Karukinká – Nunavut”.
Es decir: reconoce que el Abya yala no se detiene en fronteras de estados imperiales, abarca todo el continente, de modo que no reconoce en el centro a los poderes sino a los pueblos dentro de la biodiversidad.
Hemos difundido además un poema titulado “El Abya yala” que dice: “el Abya yala, un nido/ ni muerto ni vencido/ bajo azotes, sí, un nido a la intemperie/ ignorado en los mullidos claustros… promesa de bandada, el Abya yala”. Mencionamos estos poemas propios porque no somos ajenos a este cambio de hábito lingüístico. No miramos desde afuera.
Rosita, la adelantada
Desde su Entre Ríos natal, Rosita Albariño llamaba Abya yala al continente hace casi tres décadas. Ella recuerda en sus versos a los Inakayal, Sayhueque, los Katari, los Apaza, y así Caupolicán, Lautaro, Zapicán, Abayubá… muestra los eslabones de una misma cadena… “Fue y vino el colibrí, cóndores, águilas,/ y de una piedra/ Abya yala, de una piedra,/ se ensanchó hacia el espacio y hacia arriba…”.
Además, Albariño citaba ya en 1996 a Ailton Krenak, cuyas obras son actualmente de consulta entre estudiosos de los pueblos ancestrales del mundo.
Fue tan auténtica la adhesión de esa artista a la voz antigua que germinó como una semilla sana. Unos la vieron, otros no, y estaba ahí echando hojitas verdes desde un terrón sin tiempo.
Varios poemas de Albariño dicen Abya yala. Y para que no quedaran dudas, la autora aclaró en un Vocabulario final: “Abya yala: tierra fecunda. Nombre dado al continente por los indios kunas de Panamá y ya aceptado en Congreso indígena por el resto de las comunidades”.
En el poema Curva y cuenco, leemos de entrada: “La Gran Madre. Tierra América, o Abya yala. Como te saben tus hijos. (Si hasta el nombre te quitaron, despojada…)”.
En el poema Redes en la selva, leemos: “Desde arriba caen redes que por venderla atrapan/ con sogas y cadenas de oro fundido y plata,/ llanto de Sol indígena, lágrimas de Abya yala,/ trofeo de codicia, por odio sujetada, con cordel de dinero/ a un blanco Intihuatana”.
Dice mucho que la portadora del mensaje sea la artista Rosita Albariño. En sus calabacitas grabadas están los pueblos de este territorio; en sus versos, el tape, Micaela Bastidas, la Pachamama, Túpac Amaru… Hace tres décadas que la semilla antigua encontró humedad y tierra fértil aquí, de la mano de Hué Guidai Berá, y algunos de nosotros, sin conocer mucho los caminos de ese renacer ancestral de las voces, empezamos a pronunciar Abya yala con ese “orgullito manso” que dice un nogoyasero. El poeta, como la lengua, con raíz milenaria en los pagos de Naigualvé.
Fuente: Uno