La Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) dio a conocer la nueva perspectiva oficial de CPC / IRI (Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad) en relación a cómo se comportará en los próximos meses el escenario climático.

“A mediados de enero, las TSM (Temperaturas de Superficie del Mar) en el Pacífico centro-este están aproximadamente 1,2°C por debajo del promedio, y todas las variables atmosféricas claves son consistentes con las condiciones de La Niña.

Una gran mayoría de los pronósticos del modelo predicen que las TSM serán más frías que el umbral de las condiciones de TSM de La Niña durante el verano, disipándose durante el otoño”, subraya la ORA en su informe semanal.

En resumidas cuentas, La Niña tiene una probabilidad de ocurrencia del 95 por ciento en la temporada enero-marzo. Pese a esto, el mes pasado hubo lluvias que llegaron a superar el promedio histórico y trajeron alivio para los cultivos.

En una perspectiva de más largo plazo, lo que se observa es que hay un riesgo de que La Niña retorne para la próxima primavera. Las primeras proyecciones preliminares muestran que en septiembre volvería a dominar por encima de un pronóstico “neutro”. En cambio, El Niño sigue con pocas posibilidades de aparecer.
Vientos polares
En tanto, el último informe estacional de Perspectivas Agroclimáticas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires afirma que la temporada actual se ha distinguido fundamentalmente por fuertes vientos polares que inundan el hemisferio sur con una masa de aire frío y seco.

Es la explicación para que las temperaturas hayan estado en general por debajo de lo normal, y que en un principio de la campaña se redujeran las precipitaciones, porque estos vientos polares impulsan la corriente marina fría de Humboldt hacia el Ecuador, enfrían la costa americana y el Océano Pacífico Ecuatorial, y generan un cuadro muy similar a un episodio de La Niña.

“Afortunadamente, los vientos Alisios, que son el factor que genera los episodios fuertes de La Niña, se mantuvieron débiles, retardando su desarrollo e impidiendo que el proceso tomara rasgos más severos”, indica el reporte elaborado por el climatólogo Eduardo Sierra.

Las lluvias que ocurrieron en enero, según su opinión, se debieron a que los vientos polares redujeron su actividad al mismo tiempo que la Niña inició su proceso de disipación, lo que permitió que los vientos del trópico llegaran al interior del Cono Sur, produciendo precipitaciones generales abundantes, que repusieron la humedad en los suelos de la mayor parte del área agrícola.

“Durante lo que resta de la campaña 2020/2021, La Niña completará su disipación, cesando sus efectos negativos, pero es probable que los vientos polares se reactiven, al menos parcialmente, volviendo a hacer sentir su influencia negativa sobre el interior del área agrícola del Cono Sur”, asegura Sierra.

Fuente: AgroVoz
Clima
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