Pasaron tres gestiones presidenciales y varias crisis económicas que pusieron en jaque la continuidad del lugar. Pero las puertas siguieron abiertas, “gracias a mucho trabajo y amor por lo que hacemos, y gracias a muchísimas personas que son parte de esto”, remarcaron desde la flamante Cooperativa de Cultura y Comunicación.

Sostener un proyecto durante diez años no es nada fácil. Ni hablar si se trata de un proyecto cultural. La Solapa nació el 1° de enero de 2012 en Moreno 78, una vieja casa donde antes había funcionado un jardín de infantes y donde, tras ser puesta en condiciones, se empezaron a dictar clases de guitarra, piano, batería, danzas y otras tantas disciplinas artísticas.

Esos primeros años fueron difíciles, los talleres se cortaban en verano y el espacio se quedaba sin ingresos para afrontar los gastos fijos, como el alquiler y los servicios. “Por eso, esas temporadas La Solapa se convirtió en hostel durante la temporada turística más fuerte, ese ingreso nos permitía cumplir con los gastos y poder retomar las actividades normales en marzo”, contaron desde el equipo de trabajo.

Los años pasaron y las propuestas culturales fueron cada vez más: shows, funciones de teatro, títeres, cine, muestras de alumnos y alumnas, varietés y otras tantas iniciativas le dieron al espacio un perfil característico que se mantendría hasta la actualidad.
2016 fue un año drástico, ya que la pronunciada crisis económica generó un marcado éxodo de alumnos y alumnas. La viabilidad del espacio fue un tema de discusión interna y la posibilidad de cerrar sus puertas se acrecentaba cada vez más. Pero el amor y las ganas de seguir abonando a este proyecto colectivo fueron más fuertes y no sólo se pudo continuar sino también se redobló la apuesta y se inauguró El Patio, un espacio de propuestas artísticas que se sostuvo durante todos los fines de semanas y que fue la piedra fundacional de lo que es hoy La Solapa.

El cambio de propiedad, en 2018, fue otra gran apuesta. La nueva casa, ubicada en Alem 141, trajo consigo mayores obligaciones, desafíos y también mayores satisfacciones. Pero esta etapa se truncó con la llegada de la pandemia, en marzo de 2020.

“Sin la posibilidad de abrir el espacio, sin talleres, sin eventos, sin la vida que caracteriza a La Solapa, otra vez tuvimos que pensar en sobrevivir, en no cerrar las puertas definitivamente. El año pasado estábamos vendiendo tortas fritas para poder pagar el alquiler, fueron momentos complicados, sobre todo por la incertidumbre y la falta de horizontes claros”, expresaron desde el espacio.

“Afortunadamente, la cosa fue mejorando de a poco, pudimos volver a abrir, con todos los protocolos de seguridad, y hace unos pocos meses nos salió, después de años de gestiones, la matrícula que nos reconoce como Cooperativa de Cultura y Comunicación, un anhelo de hace mucho tiempo. Ahora, tenemos varios proyectos en marcha, estamos construyendo una sala de grabación de audio, un estudio para la producción audiovisual y seguimos generando propuestas artísticas todo el tiempo, que es lo que nos gusta y lo que sabemos hacer”, agregaron.

En este marco, este sábado 1° de enero se cumplen los diez años de La Solapa y se celebrarán con la habitual fiesta de fin de año. Después del brindis, las puertas volverán a abrirse para bailar al ya clásico ritmo de Juan Pablo Pérez y Ñacurutú Tambor.
Cultura
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