Es Luciano Méndez. Sencillo, sentimental, demostrativo de afecto y una buena persona. Esas que con un par de miradas saben ubicar las prioridades de la vida, ese muchacho que todos aprecian en el Club Regatas, ese chico que esta noche se abraza con sus pares y se permite la emoción.
"Yo no sabía nada de todo esto, no lo imaginaba y se los agradezco de corazón", contó Luciano después de recomponerse de las lágrimas cuando lo recibieron de sorpresa en el salón del Parque Unzué de Regatas. Para esa sorpresa, fue necesaria una ingenieria de precisión y muchos cómplices silenciosos. Todo fue perfecto. SUEÑO DORADO
"La verdad que no puedo creer todo lo que estoy viviendo. Lo más lindo es que recién empieza, es un camino muy hermoso que voy a seguir adelante con el respaldo de todos ellos y... Porqué no traer una medalla de oro de algún juego olímpico?", se desafía a si mismo, Luciano.
Con apenas 20 años, Méndez expone una sensibilidad que no abunda en las tierras de Gualeguaychú y muestra un compromiso con el Otro que supera el esfuerzo personal y reconoce los límites de las sociedad inequitativas.
-"A quién dedicarle mis logros? - Uff, qué difícil", responde a R2820.
"Primero a cada uno de los que son esta familia de Regatas, a todos los que están acá, a los que no pudieron estar. En segundo lugar, a aquellos por los que lucho todos los días: las personas que se están muriendo de frío en las calles, que no tienen voz, que no tienen las mismas posibilidades como las que yo tuve, los que no tuvieron tanto afecto como el que hoy estoy recibiendo".
"Esto es algo que mi entrenador, Exequiel Ríos, me enseño a ver, me abrió los ojos. Yo quiero dejar este mensaje. Quiero ayudarlos a representarlos, que no sea sólo una medalla de oro y nada más. Quiero dejar algo que sea para otros", agregó con voz calma y profunda convicción.
Luciano sabe del esfuerzo, de remar entre la bruma de un río en medio de un amanecer frío, sabe de ausencias y de presencias esenciales, sabe de no bajar los brazos jamás. "Cuando estoy por rendirme y me falta una remada, pienso en que hay gente que está peor que yo y que yo debo luchar por ellos, tengo que sacar fuerzas de dónde sea para representarlos. En esos momentos difíciles, me acuerdo de mi abuelo, de la familia y enseguida se me cruza por la cabeza 'de acá tengo que salir' y, entonces, paso cada palada con lo último que me queda para cumplir esa misión". PRESENCIAS DETERMINANTES
"Mi abuelo es muy importante. Yo me crié con mi mamá, mi abuela y el abuelo. Él me educó para ser lo que soy ahora, soy lo que me inculcó y le debo todo. Cuando se fue, me dejó un vacío muy grande. Por suerte, toda esta gente que vino esta noche lo llenó. Mi abuelo es lo más grande que tuve y que voy a tener, sin dudas", confiesa.
"Me dejó todo dentro de mi cabeza. Hasta el día de hoy descubro cosas que me dijo y que con el tiempo van tomando sentido. Eso es muy gratificante, tanto que no sé cómo explicarlo".
- Qué fué más emocionante: la final en Perú o cuándo abriste esa puerta?, preguntó R2820.
- "Lo que pasó en esta puerta es lo mejor que me sucedió en la vida, hasta ahora, porque a mí me costó mucho llegar a dónde estoy y todo es gracias al esfuerzo de mi familia, de lo que pasamos y una gran cantidad de cosas que hacen que uno quede dolido... Que abras una puerta y todos ellos te recompongan el alma, no tiene precio. La verdad que prefiero esto toda la vida, prefiero ser feliz así", dijo con las lágrimas surcando su rostro como Luciano surca el río Gualeguaychú en cada entrenamiento.