Recordar a María Esther de Miguel, es destacar y conservar el patrimonio que nos legó, por eso, desde la repartición, y a través de “Larroque Cultura en Casa” en Facebook, se comparte una interesante publicación.

En el mes de mayo, a partir de la convocatoria de la Red Cultural y Patrimonial de Entre Ríos Argentina (ReCuPERAR), de la que es parte la Secretaria de Gestión Cultural y Educación Analía Viviana Duarte, se generó una publicación digital denominada “Museos Conectados Entre Ríos” con motivo del Día Internacional de los Museos.

De esta publicación forma parte la Casa Museo La Tera.

El día de su muerte, así la recordó el Diario La Nación, de Buenos Aires.

"Un canto a la esperanza, que supo transmitir tanto en sus obras como en su personalidad, cálida y transparente, caracterizó la vida de María Esther de Miguel, escritora de reconocida trayectoria, fallecida de cáncer ayer en esta ciudad. Tenía 77 años.

Su figura menuda, de ojos expresivos, y su estilo narrativo llano, coloquial, en el que no faltaban un lenguaje vivaz y muestras de agudo ingenio, cautivaron a los lectores, que la consagraron como una de las voces literarias femeninas con público propio.

Muchas de sus obras, ambientadas en momentos significativos de la vida argentina, contribuyeron a consolidar en el país el género de la novela histórica.

María Esther de Miguel recorrió el mundo y conoció la fama. Pero, fiel a sus raíces, nunca abandonó su tierra natal ni las profundas enseñanzas de su familia.

Había nacido en Larroque, provincia de Entre Ríos, el 1° de noviembre de 1925. Hija de padre español, encargado de la usina de esa ciudad, y madre entrerriana surgida de una colonia judía, era la mayor de cuatro hermanos. Estudió en Entre Ríos, donde recibió una formación laica. Dejada atrás la adolescencia, se acercó al catolicismo y fue maestra rural. Dejó testimonios de esa experiencia en su primera novela, "La hora undécima" (1961), premiada por Emecé.

Instalada en Buenos Aires, a los 25 años sintió vocación religiosa e ingresó como laica consagrada en la Compañía de San Pablo, donde fortaleció su profunda espiritualidad y cultivó su pasión por las letras. Mientras tanto, continuó sus estudios en el Instituto Grafotécnico y siguió la carrera de letras en la Universidad de Buenos Aires.

En la propia congregación religiosa dirigió la revista Señales, una publicación cultural católica. Ella le dio una orientación más literaria y abrió sus páginas a escritores de distintas tendencias y convicciones, como Jorge Luis Borges, José Bianco, Humberto Constantini, Abelardo Castillo, Dalmiro Sáenz, Federico Peltzer y el autor chileno José Donoso, entre otros. Condujo la publicación desde 1957 hasta 1964, año en que se retiró de la Compañía de San Pablo"
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