Ricardo Leguizamón

@RicLeguizamon

Somos todos narcos

El juez, se sabe, mea agua bendita.

El 8 de octubre, el juez federal Leandro Ríos firmó una petición, dirigida al jefe de la División Lavado de Activos de la Policía Federal Argentina, Luis Carlos Kokil, en el marco de la causa N° 961/2016/59 caratulada “Legajo de Investigación de Celis Daniel Andrés y Otros s/Infracción a la Ley N°23.737”.

La causa, claro, es la que investiga las ramificaciones de la banda narco de “Tavi” Celis, y que tiene en la cárcel a un concejal, Pablo Hernández, a una funcionaria policial, Griselda Bordeira, y a buena parte de la red que se dedicaba a la comercialización de estupefacientes en una vasta geografía de la provincia.

En aquella orden que firmó el juez Ríos el 8 de octubre dispuso que la Federal lleve a cabo un “allanamiento” de distintas dependencias del gobierno de la ciudad “a fin de proceder al secuestro de expedientes que dieran origen al pago efectuado por la Municipalidad de Paraná en concepto de gastos de publicidad”.

Eso hizo la Federal el martes 9 de octubre.

Su señoría confeccionó un listado caprichoso, con el desdén de pocos.

Ese listado incluye el pago de pauta publicitaria por parte de la Municipalidad de Paraná a distintos medios. Entre esos medios que el juez Ríos decidió vincular con la causa narco de “Tavi” Celis -sabrá la profundidad de los cielos con qué enjundioso criterio- está Entre Ríos Ahora.

En el listado que su señoría entregó al jefe de la División Lavado de Activos de la Policía Federal está este portal.

Está, va de suyo, Entre Ríos Ahora y otros tantos medios, otros tantos periodistas.

¿Qué movió a su ilustrísima señoría a semejante enchastre?

El periodismo de esta provincia está acostumbrado al escarnio, el maltrato, la flexibilización, el empobrecimiento, el ninguneo.

Acá, a los periodistas los despiden sin cumplir las más mínimas leyes laborales, y está casi legitimado por usos y costumbres que todo eso se avala con el más absoluto mutismo.

Las causas que pondrían a los empresarios de medios en situación de rendir cuentas por sus fechorías duermen el sueño de los justos.

La magistratura suele escudarse en “graves razones de decoro”, “violencia moral”, “delicadeza” u otra argumentación de ese tenor para apartarse de una causa: se excusan.

¿Que un medio, varios medios, un periodista, varios periodistas, queden incluidos en un azaroso listado en la tramitación de una causa que investiga a una banda narco, en qué categoría cabe? ¿Hay violencia moral? ¿Hay graves razones de decoro? ¿No hay nada de todo eso?

No hay nada de todo eso.

A veces, los periodistas estamos como El General en su laberinto, de García Márquez: cagados hasta el fin de los tiempos.

“-Está lloviendo desde las tres de la madrugada.

-Desde las tres de la madrugada del siglo diecisiete – dijo el general con la voz todavía perturbada por el aliento ocre del insomnio. Y agregó en serio: “No oí los gallos”.

-Aquí no hay gallos -dijo José Palacios.

-No hay nada -dijo el general-. Es tierra de infieles”.

Este listado elaborado por el juez Ríos, y que ya circula con la ligereza del viento que sopla del sur, plantea una situación gravísima: los periodistas que son ninguneados, flexibilizados, maltratados, echados, ahora, también, quedan bajo sospecha. Bajo la sospecha de un juez.

“Me inscribí, facturé. Nada que ver”, dice un colega desde la más absoluta impavidez al enterarse de que forma parte de ese listado.

Sería un golpe demasiado bajo comparar lo que gana un juez con lo que cobra un periodista. Un periodista monotributista.

Cada uno en su ley.

No es ése el punto.

Sabrá el juez qué elementos tiene para avanzar por ese camino en una causa que viene rodeada de espectacularidad desde su inicio. Que abreva en la dinámica del minuto a minuto, con la lógica de las redes sociales: un allanamiento sucede o otro.

De momento, este portal, otros medios, otros periodistas, han quedado bajo sospecha.

Quizá el señor juez tenga sus razones.

Y en algún futuro próximo las verbalice urbi et orbi.

O no.

Los periodistas, se sabe, vivimos en tierra de infieles.


*Ricardo Leguizamón es periodista.

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