La terminal de ómnibus de una cuidad suele ser el primer punto de referencia para un turista. Más aún en plena temporada alta cuando mayor cantidad de turistas arriban a Gualeguaychú.

Si nos basamos en esa idea, Gualeguaychú no muestra una buena imagen: La terminal de micros está prácticamente abandonada y necesitaría una inversión importante para recuperar su esplendor y que sea un lugar agradable para recibir a los visitantes.
La explotación comercial está concesionada a la empresa Rotonda Group y el control de la prestación de servicios está a cargo de la Municipalidad.

Una visita un domingo a la noche deja ver el descontento de los viajeros por su estadía en el lugar. Un frente casi a oscuras, con escasos autos de remises para trasladar pasajeros y un estacionamiento plagado de pozos, en mal estado y sin asfaltar desde hace años son el recibimiento.
Entrando al hall se observa que no hay ninguna medida de bioseguridad, ni alcohol en gel y menos un pedido de uso de barbijos. No existe un sistema de aire acondicionado con temperatura controlada. En verano se padece calor y en invierno se sufre el frío.

Se nota falta de higiene en los pisos y techos con telas de arañas colgando. En más, un agente policial retira un trapeador para limpiar un baño. Justamente, los baños son decepcionantes.
Faltan asientos en la zona de espera, no hay oficina de informes, lugares para cargar celulares o espacios para poner los bolsos. El local comercial tipo kiosco está desprovisto de mercadería, la oficina de Turismo del Municipio está cerrada y abandonada. En las boleterías descubrir horarios de los micros es todo un desafío.

No existen carteles lumínicos ni pantallas que anuncien las partidas y los arribos de los colectivos. El sonido de los parlantes es tan malo que se hace incomprensible a los oídos de los viajeros.

A su vez, el comedor está cerrado. Es decir, el viajero que debe hacer tiempo no tiene donde consumir un café, un almuerzo o cena o tener un espacio cómodo para esperar su próximo viaje.
En la parte posterior, hay más deficiencias. La plataforma de arribo de los micros tiene el asfalto dañado, las columnas de iluminación están a oscuras, sin luz, los tachos de residuos sucios, la cartería es vieja y con heces de palomas. Faltan banquetas para sentarse y la higiene en general del espacio tampoco es muy buena.

Sin lugar a dudas, para ser una ciudad turística con espacios públicos renovados y en buen estado, la terminal de ómnibus desentona y marca un gran contraste. Sería necesaria una intervención para revalorizar la puerta de entrada y presentación de la ciudad.
Pésimo Servicio al turista
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