Ricardo Luciano, abogado ambientalista.

Calentamiento global

La industrialización mundial, en su primera etapa se le adjudica a la “Revolución Industrial”, es el proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, que se extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona, y que concluyó entre 1820 y 1840,esta nueva forma de producir bienes trajo aparejado trabajo y bienestar a la población, pero, además, las consecuencias negativas que trajo consigo son la de generación de “nuevos” desechos tanto industriales como los que producen los consumidores de esos productos industriales.

Una segunda “Revolución Industrial” se da a partir de la década de 1.990, donde se produce lo que se denominó “La Globalización”, donde en una clara y determinante estrategia por un lado se “globalizó” el sistema de producción, donde un motor se fabrica en Japón, la caja de cambios en Alemania, y el automóvil se termina de ensamblar en cualquier otro país donde la mano de obra sea más barata, generando una excesiva producción de bienes por el abaratamiento de costos, donde las empresas se fusionan creando verdaderos “Gigantes - Holding” que todo monopolizan, esa forma de producir sin límites para generar ganancias también sin límites necesita de consumidores ávidos de comprar esos bienes, con una furibunda publicidad donde se impone el que “Para poder ser tenes que tener”, introduce en la cabeza del consumidor la “necesidad” de tener el último modelo de teléfono, zapatilla, auto, etc..

Esta nueva e impuesta forma de vida genera 1º- mayor producción donde la misma tiene mayor generación de desechos industriales, que, debido a los laxos organismos de control dejan su contaminación de todo tipo a su paso, ejemplos tenemos en todos lados. 2º- mayor consumo y recambio atento a los nuevos modelos que la industria realiza para que desechemos el “viejo modelo” y tengamos el ”nuevo”, así podemos “Tener para poder ser”, generando indefectiblemente más desechos contaminantes, baterías / pilas, plásticos, productos químicos nocivos y demás.

Todo este proceso de industrialización y desecho genera montañas de residuos, y ríos de líquidos contaminantes, y de ahí surge un nuevo hecho global que es el efecto invernadero: Al atrapar el calor del sol, los gases de efecto invernadero han mantenido el clima de la Tierra habitable para los seres humanos y millones de otras especies. Pero esos gases están ahora desequilibrados, y amenazan con cambiar drásticamente qué seres vivos pueden sobrevivir en este planeta, y dónde.

Los niveles atmosféricos de dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero más peligroso y prevalente, son los más altos jamás registrados y no paran de crecer. Los niveles de gases de efecto invernadero están ahora tan altos principalmente porque los seres humanos los han liberado al aire al quemar combustibles fósiles. Los gases absorben la energía solar y mantienen el calor cerca de la superficie de la Tierra, en lugar de dejarlo escapar al espacio. Esta captura de calor se conoce como efecto invernadero.

Se conoce como efecto invernadero a un fenómeno atmosférico que se produce cuando la radiación térmica (calor) de la superficie de la Tierra, que comúnmente es emitida hacia el espacio, se encuentra en cambio retenida por los gases de efecto invernadero (GEI) presentes en la atmósfera debido a la contaminación del aire. Esto ocasiona un incremento de la temperatura planetaria, ya que el calor no logra escapar, como en un invernadero. De allí proviene el nombre del efecto.

Dióxido de carbono (CO2): Es el principal gas de efecto invernadero, responsable de aproximadamente tres cuartas partes de las emisiones. Puede permanecer en la atmósfera durante miles de años. En enero de 2023, los niveles de dióxido de carbono alcanzaron las 419 partes por millón de media mensual, la cuarta lectura más alta desde 1958 (entre abril y junio de 2022 se superaron las 420 ppm) según los datos ofrecidos por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) del Departamento de Comercio de los Estados Unidos.

La contaminación es un hecho – no ficción - que padecemos todos sin distinción, está exento de ideología, raza o religión, nos afecta por igual, y en mayor medida a los más pobres que en muchos casos obtienen su sustento de las miserias que le pueden dar esos desechos contaminantes, negarlo sólo agrava el problema, debemos de actuar sin extremismos, fanatismos, ni banalizarlo, pero sí tomarlo con la responsabilidad que el tema amerita.

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