De acuerdo a un estudio de McKinsey, el 65% de las organizaciones utilizan IA Generativa, pero se enfrentan a dos realidades: son muy pocas las que han escalado su utilización a más de un área del negocio, y también sólo una pequeña parte afirma que este cambio ha impactado en forma significativa en su rentabilidad[1]. ¿Por qué se está dando este fenómeno?
La respuesta en gran medida la podemos encontrar en la gobernanza de los datos: “La disponibilidad de los datos es lo fundamental. La IA encuentra un límite: los datos desordenados y/o inaccesibles o imposibles de interpretar. Si no tenés los cimientos listos, es muy difícil pensar en una implementación con IA. La IA sin fuentes de datos disponibles es inútil”, explica Javier Spagnoletti, Enterprise Solution Architect de Nubity, empresa especializada en optimizar los servicios en la nube.
La enorme mayoría de los sistemas que se crearon en el mundo en las últimas décadas son monolíticos, y no fueron concebidos para dialogar entre sí. ¿Pero entonces qué sucedió? La disrupción mobile, y con ella la necesidad de compartir datos entre diferentes tipos de dispositivos. “La aplicación monolítica se centraba en un todo, pero luego las responsabilidades empezaron a ser más atómicas”, completa el especialista de Nubity.
Y acá entra en escena un jugador fundamental: las APIs, que posibilitan que cualquier mecanismo de interacción pueda ser consumido de parte de un tercero. “Actualmente los sistemas necesitan dialogar e integrarse, para poder ser modificados y escalables. Los servicios en la nube son los que proveen esta versatilidad y la posibilidad de dividir funcionalidades en microservicios, que permiten que un cambio que requería semanas, con la dedicación de un equipo de personas, pueda modificarse en muchas menos horas, en forma automática”, explica Juan Ozino Caligaris, Country Manager y co fundador de Nubity.
¿Y si el software o aplicación está construido de tal manera que no puede dialogar con otros sistemas? “En la mayoría de los casos, a las aplicaciones y plataformas se les realiza un refactor: con una “modernización” de las mismas se logra mejorar su código y acceder a todos los servicios de un ecosistema cloud, sin cambiar sus funcionalidades. En el peor de los casos, si es una aplicación monolítica y es muy complejo modificarla, se requiere un nuevo desarrollo nativo cloud que mantenga el comportamiento del software anterior”, continúa el Country Manager.
“Básicamente, la IA es una nueva puerta que se abrió para potenciar una compañía, tanto para su eficiencia como en sus modelos de negocios. Pero nada de esto es posible si los datos no están disponibles y creemos que este factor está siendo un gran obstáculo para la adopción de la IA a nivel empresarial. Por último, la disponibilidad de los datos abre la puerta a otra dimensión clave: la seguridad, que se convierte en un pilar fundamental para el resguardo de la información”, completa Spagnoletti.